lunes, 23 de septiembre de 2013

Diez Nuevas Competencias para Enseñar en el Aula: Herramientas para el Aula


 Archivo: PDF | Tamaño: 4MB | Categoría: Pedagogía de las Competencias

Introducción: nuevas competencias profesionales para enseñar | 7
Referencial completo | 15
1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje | 17
Conocer, a través de una disciplina determinada, los contenidos que hay que enseñar
y su traducción en objetivos de aprendizaje | 19
Trabajar a partir de las representaciones de los alumnos | 21
Trabajar a partir de los errores y de los obstáculos en el aprendizaje | 22
Construir y planificar dispositivos y secuencias didácticas | 25
Implicar a los alumnos en actividades de investigación, en proyectos de conocimiento | 28
2. Gestionar la progresión de los aprendizajes | 33
Concebir y controlar las situaciones problema ajustadas al nivel y a las posibilidades
de los alumnos | 34
Adquirir una visión longitudinal de los objetivos de la enseñanza | 37
Establecer vínculos con las teorías que sostienen las actividades de aprendizaje | 39
Observar y evaluar a los alumnos en situaciones de aprendizaje, según un enfoque formativo | 40
Establecer controles periódicos de competencias y tomar decisiones de progresión | 43
Hacia ciclos de aprendizaje | 44
3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación | 47
Hacer frente a la heterogeneidad en el mismo grupo-clase | 49 Compartimentar, extender la
gestión de clase a un espacio más amplio | 50 Practicar el apoyo integrado, trabajar con
alumnos con grandes dificultades | 51 Desarrollar la cooperación entre alumnos y algunas formas
simples de enseñanza mutua | 53 Una doble construcción | 55
4. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y su trabajo | 57
Suscitar el deseo de aprender, explicitar la relación con el conocimiento,
el sentido del trabajo escolar y desarrollar la capacidad de autoevaluación en el niño | 59
Instituir un consejo de alumnos y negociar con ellos varios tipos de reglas y de obligaciones | 61
Ofrecer actividades de formación con opciones | 63
Favorecer la definición de un proyecto personal del alumno | 64
5. Trabajar en equipo | 67
Elaborar un proyecto de equipo, representaciones comunes | 70
Impulsar un grupo de trabajo, dirigir reuniones | 72
Formar y renovar un equipo pedagógico | 74
Confrontar y analizar conjuntamente situaciones complejas, prácticas
y problemas personales | 75
Hacer frente a crisis o conflictos entre personas | 76
6. Participar en la gestión de la escuela | 81
Elaborar, negociar un proyecto institucional | 82
Administrar los recursos de la escuela | 87
Coordinar, fomentar una escuela con todos sus componentes | 88
Organizar y hacer evolucionar, en la misma escuela, la participación de los alumnos | 90
Competencias para trabajar en ciclos de aprendizaje | 91
7. Informar e implicar a los padres | 93
Fomentar reuniones informativas y de debate | 97
Conducir reuniones | 100
Implicar a los padres en la construcción de los conocimientos | 101
Tomar el pelo | 104
8. Utilizar las nuevas tecnologías | 107
La informática en la escuela: ¿disciplina de pleno derecho, habilidad
o simple medio de enseñanza? | 108
Utilizar programas de edición de documentos 110
Explotar los potenciales didácticos de los programas en relación con los objetivos de enseñanza 113
Comunicar a distancia mediante la telemática | 116
Utilizar los instrumentos multimedia en su enseñanza | 117
Competencias basadas en una cultura tecnológica | 118
9. Afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión 121
Prevenir la violencia en la escuela y en la ciudad | 123
Luchar contra los prejuicios y las discriminaciones sexuales, étnicas y sociales | 126
Participar en la aplicación de reglas de vida en común referentes a la disciplina en la escuela,
las sanciones y la apreciación de la conducta | 128
Analizar la relación pedagógica, la autoridad y la comunicación en clase | 130
Desarrollar el sentido de las responsabilidades, la solidaridad y el sentimiento de justicia | 131
Dilemas y competencias | 131
10. Organizar la propia formación continua 133
Saber explicitar sus prácticas | 136
Establecer un balance de competencias y un programa personal de formación continua propios | 138
Negociar un proyecto de formación común con los compañeros (equipo, escuela, red) | 141
Implicarse en las tareas a nivel general de la enseñanza o del sistema educativo | 142
Acoger y participar en la formación de los compañeros | 144
Ser actor del sistema de formación continua | 145
Conclusión: ¿hacia un oficio nuevo? | 147
Un ejercicio singular | 147 ¿Dos profesiones en una?
| 149 ¿Profesionalizarse completamente solo? | 152
Referencias bibliográficas | 155

El concepto de competencia representará aquí una capacidad de movilizar varios recursos cognitivos para hacer frente a un tipo de situaciones. Esta definición insiste en cuatro aspectos:

1. Las competencias no son en sí mismas conocimientos, habilidades o actitudes, aunque movilizan,  integran, orquestan tales recursos.

2. Esta movilización sólo resulta pertinente en situación, y cada situación es única, aunque se la pueda tratar por analogía con otras, ya conocidas.

3. El ejercicio de la competencia pasa por operaciones mentales complejas, sostenidas por esquemas de pensamiento (Altet, 1996; Perrenoud, 1996, 1998g), los cuales permiten determinar (más o menos de un modo consciente y rápido) y realizar (más o menos de un modo eficaz) una acción relativamente adaptada a la situación.

4. Las competencias profesionales se crean, en formación, pero también a merced de la navegación cotidiana del practicante, de una situación de trabajo a otra (Le Boterf, 1997).
Por lo tanto, describir una competencia vuelve, en larga medida, a representar tres elementos complementarios:
. Los tipos de situaciones de las que da un cierto control.
. Los recursos que movilizan, conocimientos teóricos y metodológicos, actitudes, habilidades y competencias más específicas, esquemas motores, esquemas de percepción, evaluación, anticipación y decisión.
. La naturaleza de los esquemas del pensamiento que permiten la solicitación, la movilización y la orquestación de los recursos pertinentes, en situación compleja y en tiempo real.

Este último aspecto es el más difícil de objetivar, puesto que los esquemas de pensamiento no son directamente observables y sólo pueden ser inferidos, a partir de prácticas y propósitos de los actores. Además, resulta difícil tener en cuenta la inteligencia general del actor -su lógica natural- y los esquemas de pensamiento específicos desarrollados en el marco de una experiencia concreta. Intuitivamente, se prevé que el profesor desarrolle esquemas de pensamiento propios a su profesión, distinto a los del piloto, el jugador de ajedrez, el cirujano o el agente de bolsa.

Falta describirlos con más detalle.
En resumen, el análisis de competencias remite constantemente a una teoría del pensamiento y de la acción situados (Gervais, 1998), pero también del trabajo, la práctica como profesión y condición (Descoionges, 1997; Perrenoud, 1996c). Es decir, que nos hallamos en terreno pantanoso, a la vez que en el plano de conceptos e ideologías...

Un punto merece que le prestemos mayor atención: en medio de los recursos movilizados por una competencia mayor, se encuentran en general otras competencias, de alcance más limitado. Una situación de clase presenta en general múltiples componentes, que hay que tratar de forma coordinada, incluso simultánea, para llegar a una acción acertada. El profesional dirige la situación globalmente, pero moviliza ciertas competencias específicas, independientes las unas de las otras, para tratar ciertos aspectos del problema, al modo de una empresa que subcontrata algunas operaciones deproducción.

Sabemos, por ejemplo, que los profesores experimentados han desarrollado una competencia muy preciada, la de percibir simultáneamente múltiples procesos que se desarrollan a la vez en su clase (Carbonneau y Hétu, 1996; Durand, 1996). El profesor experto «tiene ojos en la espalda», es capaz de advertir lo esencial de lo que se trama en varias escenas paralelas, sin que ninguna lo deje estupefacto o lo angustie.

Esta competencia apenas resulta útil en sí misma, pero constituye un recurso indispensable en una profesión en la que varias dinámicas se desarrollan constantemente en paralelo, incluso en una pedagogía frontal y autoritaria. Esta competencia se moviliza por numerosas competencias más globales de gestión de clase (por ejemplo, saber prever y prevenir el alboroto) o de animación de una actividad didáctica (por ejemplo, saber descubrir e implicar a los alumnos distraídos o con dificultades).

El referencial seleccionado aquí asocia a cada competencia principal algunas competencias más específicas, que son en cierto modo sus componentes principales.

Por ejemplo, «conducir la progresión de los aprendizajes» moviliza cinco competencias más específicas:
. Concebir y dirigir las situaciones problema ajustadas al nivel y a las posibilidades de los alumnos.
. Adquirir una visión longitudinal de los objetivos de la enseñanza.
. Establecer vínculos con las teorías que sostienen las actividades de aprendizaje.
. Observar y evaluar los alumnos en situaciones de aprendizaje, desde un enfoque formativo.
. Establecer controles periódicos de competencias, tomar decisiones de progresión.

Cada una de estas competencias se podría analizar a su vez, pero permaneceremos en este nivel, por temor de que los árboles no nos dejen ver el bosque. Un análisis más detallado sólo tendría sentido para los que comparten globalmente las orientaciones y las concepciones globales del aprendizaje y de la acción educativa que sostienen los dos primeros niveles y exigen además poner el referencial al servicio de un proyecto común.

Yo no propondré un inventario sistemático de conocimientos ya expuesto, para no sobrecargar el propósito. Además rara vez se relacionan con una sola competencia.
Tanto es así que los conocimientos relativos a la metacognición son movilizados por las competencias tratadas en capítulos distintos, por ejemplo:
. Trabajar a partir de las representaciones de los alumnos.
. Trabajar a partir de los errores y los obstáculos al aprendizaje.
. Concebir y hacer frente a situaciones problema ajustadas a los niveles y posibilidades de los alumnos.
. Observar y evaluar a los alumnos en situaciones de aprendizaje, según un enfoque formativo.
. Practicar el apoyo integrado, trabajar con los alumnos con grandes dificultades.
. Suscitar el deseo de aprender, explicitar la relación con el conocimiento, el sentido del trabajo escolar y desarrollar la capacidad de autoevaluación en el niño.
. Favorecer la definición de un proyecto personal del alumno.

Una cultura en psicosociología de las organizaciones será, por su parte, movilizada por las competencias siguientes:
Instituir y hacer funcionar un consejo de estudiantes (consejo de clase o de escuela) y negociar con los alumnos distintos tipos de reglas y de contratos.

Liberalizar, ampliar la gestión de clase en un espacio más amplio.
Desarrollar la cooperación entre alumnos y ciertas formas simples de enseñanza mutua.
Elaborar un proyecto de equipo, de representaciones comunes.
Impulsar un grupo de trabajo, dirigir reuniones. Formar y renovar un equipo pedagógico. Hacer frente a  crisis o conflictos entre personas. Elaborar, negociar un proyecto institucional.
Organizar y hacer evolucionar, en el sí de la escuela, la participación de los alumnos.
Fomentar reuniones de información y debate.
Prevenir la violencia en la escuela y en la ciudad.
Participar en la instauración de reglas de vida común referentes a la disciplina en la escuela, las sanciones, la apreciación de la conducta. Desarrollar el sentido de las responsabilidades, la solidaridad, el sentimiento de justicia.

Negociar un proyecto de formación común con los compañeros (equipo, escuela, red).
Comprendemos a través de estos dos ejemplos la relativa independencia del análisis de los conocimientos y del de las competencias, por lo menos en lo que se refiere a los conocimientos cultos, nacidos de las ciencias de la educación. Los primeros se organizan según campos disciplinarios y problemáticas teóricas, mientras que el referencial de competencias remite a un análisis más pragmático de los problemas para resolver en el terreno.

A menudo, los conocimientos pertinentes serán nombrados «de paso». Con frecuencia figurarán «indirectamente» en la descripción de las competencias. Si queremos «utilizar las nuevas tecnologías», evidentemente tenemos que dominar los conceptos básicos y ciertos conocimientos informáticos y tecnológicos.

Otros conocimientos quedarán implícitos: todos los conocimientos de acción y de experiencia sin los que el ejercicio de una competencia se ve comprometida. A menudo son conocimientos locales: para utilizar un ordenador en una clase, hay que conocer las particularidades de la máquina, sus programas, sus periféricos y su posible conexión a una red. Cada practicante asimila dichos conocimientos con motivo de su pertenencia a una institución o a un equipo. También los crea a merced de su experiencia, a pesar de que estos conocimientos son para una parte de orden privado, por lo tanto, poco comunicables y difíciles de identificar. Demasiado generales o demasiado específicos, los conocimientos movilizados no son pues organizadores adecuados de un referencial de competencias.

El inventario elegido sin duda no es el único posible. Por supuesto se podrían proponer otras reagrupaciones, también del todo plausibles, de las 44 competencias específicas finalmente distinguidas. Fijémonos, sin embargo, en que los diez grandes dominios se han constituido al principio, mientras que las competencias más específicas no se han definido hasta un segundo tiempo. En este sentido, el referencial no nace de un método inductivo que formaría parte de una miríada de gestos profesionales descubiertos en el terreno. Este método, seductor en apariencia, conduciría a una visión bastante conservadora de la profesión y a una reagrupación de las actividades según criterios relativamente superficiales, por ejemplo, según los interlocutores (alumnos, padres, compañeros u otros) o según las disciplinas escolares.

Las diez familias resultan de una construcción teórica conectada a la problemática del cambio.
Por esta razón no se encontrarán en este referencial las categorías más consensuadas, tales como la construcción de secuencias didácticas, evaluación, gestión de clase. Por ejemplo, planificar un curso o las lecciones no figuran entre las competencias elegidas, por dos razones:
. El deseo de romper la representación común de la enseñanza como «sucesión de lecciones».
. La voluntad de englobar los cursos en una categoría más amplia (organizar y fomentar las situaciones de aprendizaje).

Esta elección no invalida el recurso de una enseñanza magistral, que a veces es la situación de aprendizaje más apropiada, teniendo en cuenta los contenidos, los objetivos fijados y las obligaciones. Sin embargo, el curso debería convertirse en un dispositivo didáctico entre otros, utilizado en el momento oportuno, más que el emblema de la acción pedagógica, modalidad muy distinta que parece excepcional.

Sin ser la única posible, ni agotar los distintos componentes de la realidad, esta estructura de dos niveles nos guiará en un viaje alrededor de las competencias que, aunque sin duda menos épico que La vuelta al mundo en 80 días, nos conducirá a pasar revista a las múltiples facetas del oficio de profesor. Este libro se presta, pues, a varias lecturas:
. Aquellos y aquellas que buscan identificar y describir las competencias profesionales encontrarán en este libro un referencial, uno más, cuya única originalidad quizás reside en basarse en una visión explícita y argumentada de la profesión y su evolución.
. Aquellos y aquellas que se interesen más bien por las prácticas y la profesión pueden hacer abstracción de las competencias, para seleccionar solamente los gestos profesionales que éstas sostienen.
. Aquellos y aquellas que trabajan para modernizar y para democratizar el sistema educativo encontrarán en este libro un conjunto de proposiciones relativas a los recursos del cual depende el cambio.
Sobre ninguno de estos puntos, la investigación no da garantías en cuanto a los medios, ni respuesta en cuanto a las finalidades. La obra pretende ser una invitación al viaje, luego al debate, a partir de una constatación: los programas de formación y las estrategias de innovación se basan demasiado a menudo en representaciones poco explícitas y poco negociadas de la profesión y las competencias subyacentes, o bien en referenciales técnicos y escuetos cuyas bases el lector no entiende.
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